Rios De Nariño

La cuenta de los muertos no la lleva nadie, pero las autoridades reconocen que son el reflejo de la turbulencia que está viviendo el departamento por las disputas entre Farc, Eln, narcos encabezados por ‘Los rastrojos’, del capo Wílber Varela, y el nuevo grupo paramilitar ‘Organización nueva generación (Ong)’.
Se pelean las rutas al mar, donde embarcan la coca hacia el exterior y por donde reciben insumos y armas.
Esa rutas son precisamente los ríos Tapaje, en el norte de Nariño; el Mira, en el sur; el Patía, en el nororiente, y el Telembí, en el centro. Todos están convertidos en cementerios y campos de batalla.
El pasado fin de semana, en Barbacoas, vieron bajar 13 cuerpos por el Telembí, que viene de la cordillera y va al Patía. Serían víctimas de un choque entre las Farc y el Eln en Samaniego y La Llanada, afirma el comandante de la Brigada II de Infantería de Marina, coronel Héctor Julio Pachón. Los cuerpos estaban todos vestidos de civil.
El alcalde de Barbacoas, Juan Carlos Rueda, aclara que no son muertos de su municipio, pero la gente está aterrada.
La realidad hoy es que, por los cuatro costados, Nariño sufre los apremios de una guerra en la que también se dan alianzas entre enemigos cuando se trata de obtener ganancias.
Las Farc, que trasladaron al suroccidente del país una de sus retaguardias tras el repliegue obligado en el suroriente del país por el Plan Patriota, se pelean con el Eln las cuotas que entregan narcos por los favores que les hacen.
Las autoridades estiman que cada mes los grupos armados están embarcando cerca de 45 toneladas de coca, que en el exterior significan unos 3 billones de pesos.
El río Mira, de 360 kilómetros, es una de las vías preferidas. Lo rodean ‘Los rastrojos’, que cobran con la vida cualquier falla en las operaciones.
El comandante de la Brigada II de Infantería de Marina afirma que este año han logrado bajar la cantidad de coca por la incautación de 70 toneladas de insumos sólidos y 40.000 galones de líquidos para procesar la droga.
¿Desaparecidos o reclutados? La tragedia más grande en medio de las batallas está siendo para las familias de Nariño y Putumayo (a donde se extiende la pelea) pues, según la Fiscalía, el incremento de desapariciones tendría que ver con el reclutamiento que tanto paramilitares como guerrilleros están haciendo para su guerra. Solo este año, el CTI ha recibido denuncias de 50 desaparecidos en los dos departamentos. Y el año pasado, los casos reportados fueron 130, casi el doble del 2005, cuando se registraron 70.
Sonia Milena Fuertes Moncayo, una estudiante de último año de sicología, se ha convertido en el símbolo de los desaparecidos por la intensa campaña de búsqueda que su familia ha emprendido en Pasto ( ver A Sonia Milena se la habrían llevado los ‘paras’).
Tres de los siete desaparecidos en la capital nariñense son estudiantes y el perfil de la mayoría de las víctimas en el departamento y Putumayo son jóvenes entre los 18 y los 25 años.
En medio de la crisis, el gobernador Eduardo Zúñiga ha lanzado varias alertas y sigue reclamando ayuda.
El defensor del Pueblo en la zona, Raúl Vallejo, pide la aplicación de la ley que define el mecanismo de búsqueda urgente. La alarma es generaliza.
Germán Obando, de la oficina de derechos humanos de la Gobernación de Nariño, dice que hay un alto subregistro de víctimas porque la gente no denuncia para protegerse.
$ 150 millones al que ‘corone’ El año pasado la Armada decomisó 20 lanchas ‘go fast’, algunas artesanales, ocupadas usualmente por cuatro jóvenes que recibían hasta 150 millones de pesos por ‘coronar’. Les pagan la osadía de entrar de noche al océano y de recargarse de gasolina en buques.
“La droga es culpable de la violencia que está golpeando a Nariño”, dice el obispo de Tumaco, Gustavo Girón, que tiene a su cargo 9 de los 10 municipios del Pacífico nariñense. Y pide que el país vuelva los ojos a este nuevo eje de la guerra de grupos armados.
nacion@eltiempo.com.co.
A Sonia Milena se la habrían llevado paramilitares No hay testigos de nada. Solo los afiches con el rostro sereno y bonito de Sonia Milena Fuertes Moncayo, con la palabra ‘desaparecida’.
Ella, estudiante de último año de sicología en la universidad de Nariño y dedicada a cuidar a enfermos de cáncer, se perdió a las 2 de la tarde del pasado domingo 17 de diciembre cuando salió de la casa de sus tíos, en el suroriente de Pasto.
Debía caminar unas cuadras a su domicilio en el barrio La Esmeralda, pero no llegó.
La única razón que han recibido sus padres en Ipiales los dejó temblando: Sonia Milena, de 22 años, estaría en poder de paramilitares.
“Es la única hipótesis que maneja hasta ahora la Fiscalía y no tenemos idea de por qué a ella. Estamos realmente angustiados por la suerte de Sonia”, dice su hermana Johana Fuertes.
Cuenta que la comunicación con la joven fue constante el día en que desapareció.
Ese domingo la última razón que tuvieron de ella fue a la hora del almuerzo.
“Como no llamaba intenté comunicarme en la tarde y en la noche, pero nada.
“El lunes sabía que estaba en su práctica en el hospital y por eso la llamé en la tarde. Tampoco tuve respuesta”, recuerda su hermana.
Sonia es la segunda de cuatro hijos de la familia Fuertes Moncayo.
Por las calles del barrio Villa Docente, donde viven sus tíos, nadie vio nada. También sus compañeros de décimo semestre de sicología y el personal de la Unidad de Oncología, donde realizaba su práctica con pacientes terminales, ignoran qué pasó.
En la familia hay desconcierto total, las autoridades les dicen que no hay indicios de que sea un secuestro extorsivo o que haya partido con un conocido.
Sonia no tenía novio y la mayoría de sus amigos eran sus antiguos compañeros del colegio Nacional Sucre de Ipiales, con quienes compartía cuando regresaba a casa los fines de semana.
En Pasto siguen rodando los volantes que reclaman su regreso.
Nuevo grupo ‘para’ llegó a pagar 700.000 pesos al mes Las esperanzas de paz en Nariño, tras la desmovilización de 677 hombres del llamado ‘Bloque Libertadores del Sur’ de las Auc, en julio del 2005, duraron poco.
Varios de los antiguos paramilitares, encabezados por ‘Pedro’ y ‘Jhonny 20’, se quedaron en la zona y reclutaron jóvenes con salarios de 700.000 pesos mensuales. Armaron un nuevo grupo, con cerca de 250 personas, y se bautizaron como ‘Organización nueva generación (Ong)’.
“No no se uniforman, pero están en toda la cuenca del río Patía”, admite una fuente oficial. La presión militar del grupo armado comenzó a sentirse desde el 15 de mayo del año pasado cuando sentenció a los cultivadores de coca que protestaban por las fumigaciones diciendo: “Si hay marcha, habrá muertos”.
Efectivamente, en enfrentamientos en medio de la marcha cocalera, integrada por campesinos de Policarpa, Cumbitara, El Rosario y Leiva hubo un centenar de heridos. Los campesinos denunciaron después que varias personas fueron desaparecidas en el regreso a las fincas.
Y el pasado 2 de octubre un pistolero de la Ong asesinó al comandante de la Policía de Remolino, sargento Milo Parra. Habría sido una retaliación porque meses antes cambió a sus mandos en la zona por quejas de que no estaban controlando el paso de insumos y coca.
‘Pedro’, uno de los jefes de la ‘Ong’, habría sido asesinado por su compañero ‘Jhonny’ en un ajuste de cuentas.
''La coca tiene la culpa de la violencia que está sufriendo Nariño. La erradicación debe ser manual para que llegue con sustitución”.
Obispo de Tumaco, Gustavo Girón Higuita.
130 fueron las personas reportadas como desaparecidas el año pasado en Nariño y Putumayo, varias de las cuales, según la Fiscalía. habrían sido realmente reclutadas por ‘paras’ y guerrilla. .
45 toneladas de coca están embarcando cada mes los grupos armados que se disputan en Nariño el control de los ríos que dan salida al mar Pacífico, según las propias autoridades de la zona. Dicen que la cifra sería mayor sin los decomisos de insumos

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